Por Mariela Ramos //
“Tranquen las puertas que afuera gritan,
las aves grises buscando llevarse un alma.
Sobre los techos ya han hecho nido,
triste está el cielo, la paz del pueblo se ha ido.”
Jacinto Piedra Peteco Carabajal.
Llegan de noche, gritos lejanos
Rubén Pablo Kantarovski cuyo nombre figuraba en la lista elaborada por la policía de la provincia de Tucumán, dio su testimonio el pasado 29 de agosto en la sala de audiencias del Tribunal Oral Federal de Tucumán (TOF).
El 5 de febrero de 1976, justo un año después de la firma del decreto que da inicio al Operativo Independencia en nuestra provincia, alrededor de las 3 de la madrugada, un grupo de personas encapuchadas y con armas irrumpieron en su domicilio, el cual compartía con sus padres.
“Me despierto, abro la puerta y una mano con una pistola aparece”, dice en la sala de audiencias Rubén.
La luz de la luna tucumana devela las siluetas, el terror no lo inmoviliza. Piensa en sus padres que duermen en el cuarto de al lado. El forcejeo con el hombre que lleva la pistola y el estruendoso sonido de un disparo que envuelve el lugar lo despierta del todo, ahora sabe quiénes son.
_ No disparen, no disparen.
Las palabras lo dejan solo con el sonido del disparo, pudiendo retener apenas aquellas que pronuncia. Le vendan los ojos y lo conducen a un vehículo que avanza con rumbo desconocido. Rubén reconoce el destino La Jefatura de policía de Tucumán, vivió toda su infancia en esa zona y además debajo de la venda pudo ver que estaba entre las calles Junín y Santa Fe.
Conducido al interior del lugar, lo arrojan en el piso, lo golpean y torturan. Soplando brazas en su corazón evoca, quizás, aromas de su infancia en aquella zona que hoy lo tiene capturado, cuando jugaban con los amigos del barrio a la pelota, con las naranjas agrias de los naranjos en flor o el aroma a leche caliente con pan casero de la abuela, aromas que atrapan un tiempo de inmensa felicidad, Tal vez esos recuerdos lo acompañaron en esas largas noches.
En su cautiverio pudo saber que todas las noches llegaba al CCD un auto Unión VKW, lo que pudo deducir porque ese auto hace un ruido particular. Cuando llegaba los cautivos eran llevados a la sala de torturas. Estando en cautiverio también pudo ver por debajo de la venda a Antonio Domingo Bussi, a Antonio Arrechea y a Roberto Heriberto Albornoz, quien presenciaba las torturas.
Fotografía de Elena Nicolay |
El 20 de febrero, 15 días después de su detención, fue llevado a una habitación en la que se encontró con los 3 genocidas.
Bussi le dijo: - “Bueno pibe, esta noche te llevamos a tu casa, ya sabemos que no tienes nada que ver. Tus amigos te esperan en Estados Unidos, este es el precio que debes pagar por la democracia”
“Albornoz dijo que me llevaba. Fui trasladado en un Ford Falcon color verde y dejado en la vereda de mi casa”, comenta Rubén frente a los jueces.
Hay cosas que nunca desaparecen, entre ellas la violencia, pero en el momento en que coincide con su contrafigura, la libertad, se hace del todo invisible. Quienes fueron liberados narran sus historias por primera vez ante un tribunal, logran volver invisible el terror y la violencia, “… la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad humana y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”.
La lista de Clemente
El Juicio Jefatura III continua. La mayoría de los hechos que se describen en la causa surgen de la información de los documentos ofrecidos a la justicia por el testigo Juan Carlos Clemente -en 2008 en el marco del juicio Jefatura I-. Entre la documentación se consideró, en particular, una lista de 293 personas que habían estado secuestradas en el Centro Clandestino de Detención (CCD) que funcionaba en el edificio de Jefatura de Policía de Tucumán. La investigación realizada muestra, por un lado, que las víctimas allí consignadas con las siglas DF (Disposición Final, personas ejecutadas extrajudicialmente) o PEN (personas puestas a disposición del Poder Ejecutivo Nacional -es decir ‘blanqueadas’-), estaban siendo investigadas en otros universos procesales o en causas tramitadas individualmente. Por otro lado, muchas víctimas consignadas con la palabra “Libertad”(personas cuya Libertad había sido dispuesta por sus captores) no habían realizado ninguna denuncia hasta ese momento.
El total de víctimas es de 57 personas. Muchas de ellas nunca declararon ante la administración de justicias por los hechos de los que fueron víctimas, durante el terrorismo de estado. Según la información de la documentación presente en la causa, habrían sido liberadas de los CCD de Jefatura y Nueva Baviera.
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