Por Mariela Ramos //
Las palabras construyen enunciados, estos remiten a un yo, a un otro, un aquí, un ahora. En los enunciados se dejan las huellas de la subjetividad en el lenguaje. Expresamos opiniones, puntos de vista, experiencias o acontecimientos. Enunciados entrecruzados por los discursos propios y los ajenos, que incorporan multiplicidad de voces.
Las palabras construyen historias. Historias del ser y del tiempo. El tiempo que encarna en la vida de los seres humanos, el tiempo que marca los ritmos de esa historia, el tiempo que forja procesos de Memoria, acuña Verdad y desencadena Justicia.
La plaza de la Memoria en la entrada de la ciudad de Tafí Viejo -localidad cercana a la capital tucumana- nos propone transitar las historias de sus desaparecidos y sobrevivientes durante el largo invierno del genocidio. La historia de Hugo Manuel Díaz y su esposa Norma Luisa Santillán, secuestrados en esa localidad por las fuerzas represivas del Estado, se actualiza y resignifica en las voces de los sobrevivientes.
El 4 de marzo de 1976 Hugo es secuestrado en la calle Entre Ríos N 15, de la localidad de Tafí Viejo, por policías de la comisaría de la misma ciudad. Es trasladado al comando de la 5° Brigada, donde lo tienen con los ojos vendados, recibe torturas mientras permanece en cautiverio. La noche del 24 de marzo de 1976 es liberado junto a otro hombre en las cercanías del cementerio de Tafí Viejo.
El 31 de julio del mismo año, alrededor de las 22, un grupo de policías y militares rodean la casa de Corrientes 1035. Hugo, con sus dos cuñados, Ramón Cesar y Miguel Ángel Santillán, conversan en la vereda . Policías a cargo de Ramón Jodar (imputado en esta megacausa) ingresan al domicilio, donde, según la versión de la Policía, encuentran un maletín con balas. Los tres detenidos son trasladados a la comisaría. Horas más tarde regresan al domicilio de Hugo y secuestran a Norma, su esposa. Después de 15 días de cautiverio son liberados
El 13 de agosto, a las 3:45, un grupo de policías uniformados con los rostros cubiertos y armas cortas, ingresa por tercera vez en el domicilio de calle Corrientes. Hugo Manuel es secuestrado por última vez. Lo suben en una camioneta tipo rastrojera con rumbo desconocido. Declara bajo tortura en el centro clandestino de detención, en la exjefatura de Policía. Su nombre figura en una lista elaborada por la policía de Tucumán con el número de orden 73 junto a la sigla DF: Disposición Final.
El 5 de enero de 1977 policías armados ingresan nuevamente al domicilio de Norma. Ella es secuestrada y trasladada a la entonces Jefatura de Policía, donde presta declaración bajo tortura. Comparte cautiverio con sus compañeros y compañeras de la fábrica PANAM. Su nombre también figura en la lista elaborada por la Policía de Tucumán. El número de orden es 268, las siglas, DF. La joven pareja al día de hoy permanece desaparecida.
El amor vence al odio
Niñas ayer, mujeres hoy María Cristina Díaz y Dolores del Carmen Díaz, hermanas de Hugo, son las únicas sobrevivientes de una familia diezmada por la tragedia. Las mujeres y niñas de esta familia fueron sometidas a una pedagogía de la crueldad, que imprime mensajes cada vez más ejemplificadores. El ejercicio de esa crueldad se aplicó sobre sus cuerpos y es en esos cuerpos – territorios donde se escribe el mensaje aleccionador que el patriarcado necesitó imprimir para reproducirse. La violencia física, psicológica, económica, simbólica a las que fueron expuestas hermanas, madres, esposas desconoce la equidad humana y el derecho a la otredad, una otredad que es historias, vínculos y familia. El sistema represivo necesitó de esa pedagogía para destruir la compasión, la empatía, los vínculos y el arraigo.
El abrazo de las hermanas en la audiencia del 4 de septiembre durante el juicio jefatura III, después de prestar testimonio, se rebela ante lo impuesto, para fundarse en el renacimiento de la otredad que reconoce el derecho a la verdad y protege de los abusos porque como dicen:El amor vence al odio.
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