Por Sofia Ávila Raffo // Martes 27 de febrero, día soleado con una sala llena o más de lo normal y una fotografía que se repetía en varios rincones, la cara de Lucho Acosta. Su familia empapó el recinto con su recuerdo y empezamos a escuchar el testimonio de una de las personas que más lo amó, su esposa Elisa “Tati” Solís Comienza entonces el ida y vuelta de preguntas, la fiscalía empieza por hacer unas preguntas básicas a la testigo como nombre completo, edad, profesión, etc. Terminadas las preguntas iniciales, Tati comienza a relatar el hecho. Nos trasladamos al 21 de junio de 1977. Tati y Lucho debían despedir a su tío que partía hacia Buenos Aires ese mismo día a las 17:00. Era el mediodía, ella estaba cocinando cuando Lucho le dijo que saldría en su auto que ya volvía. Empezó a pasar el tiempo, Lucho no llegó para el almuerzo, tampoco a la despedida de su tío y finalmente no apareció en la cena su esposa, ya preocupada porque no regresó a casa, comenzó a buscarlo Etap...