Por Tina Gardella //
Las fotos son de Noemí del Valle Ramírez, secuestrada y desaparecida hasta el día de hoy. En la sala de Audiencias, cuando termina de testimoniar su hermano, Jorge Enrique Ramírez, se despliega un cartel con fotos de Noemí –a quien llamaban Mimí- según lo comenta Jorge. Amorosamente preparado por sus familiares, sobre un afiche de color rosa, se despliegan fotografías de distintos momentos en la vida de Mimí. Hasta que su secuestro en la madrugada del 21 de julio de 1976 corta al ras esa vida y la posibilidad de otros momentos.
Es la mañana del lunes 25 de setiembre y el primer testimonio es el de Jorge. Su relato se desliza por el trabajo de Mimí (hacía trabajos de corte y confección por su cuenta y para una señora de Concepción), sus estudios por la noche (estudiaba para Perito Mercantil en la Biblioteca Nicolás Avellaneda de Concepción, donde integraba el centro de estudiantes) y su militancia de acción social en la Juventud Peronista.
Vivían en Villa Alvear –hoy Barrio Alvear- al sur del Ingenio La Corona. Hasta allí llegó una patota que irrumpió violentamente en el domicilio. Algunos con uniforme militar; otros de civil. Jorge puede recordar perfectamente el momento en que llevan a Mimí porque compartían dormitorio. Eran seis hermanos. Cuando ya están adentro apuntándoles con armas largas y decididos a llevarla, ve a su hermana sentada en el borde de la cama, vistiéndose lentamente. Fue simultáneo el grito a ella de que se apurara y el taparlo a él con una colcha para que no viese lo que ocurría. Entre tanta violencia, que no viese también como empujaban a su madre hacia su dormitorio diciéndole que se calle porque de lo contrario le dispararían.
La angustia ante la búsqueda infructuosa en la base militar que funcionaba en el hospital del Ingenio La Corona y en la comisaría de Concepción, donde nadie sabía nada del tremendo operativo, se agudizó al enterarse de que esa misma noche habían secuestrado también al novio de Mimí, Alberto Eugenio Martínez al que decían Johny…
Jorge –de oficio tornero ahora- cursaba en la Escuela Técnica de Concepción, donde también había estudiado el novio de su hermana. Junto a otros jóvenes del centro de estudiantes (Hugo Ojeda Sierra y Daniel Merchán quienes también se encuentran desaparecidos) se oponían a la elite que dirigía la Escuela y a los destinos que querían darle a la Casa Quinta perteneciente a la institución.
La justicia social que buscaban, como lo expresa Jorge, nada tiene que ver con los números asignados en la lista aportada por el testigo Clemente, ni mucho menos con la siniestra sigla de DF (disposición final). Parte de los restos de Alberto Martínez fueron encontrados en el Pozo de Vargas. Mimí, continúa desaparecida.
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