Por Florencia Castillo
Fotografía Elena Nicolay |
Luego
de dos años de estancamiento en los juicios de lesa humanidad, el jueves 10 de
octubre de 2019 se dio inicio al debate oral y público por la desaparición de
Alberto Ledo. En el Tribunal Oral Federal de San Miguel de Tucumán se juzga a
Esteban Sanguinetti y a César Milani.
La
audiencia comenzó el las 9:30 de la mañana. Es la primera vez que asisto a un
juicio y más a uno de lesa humanidad, es la primera vez que veo a los acusados
y a las víctimas de esa dictadura que calló las voces de miles a través de las
desapariciones, las torturas, las violaciones y las muertes. Esa de la que
apenas nos enseñaron en el colegio, de la que sabemos porque las Madres y las Abuelas
nunca dejaron de luchar y de decirle al pueblo que el Estado era responsable de
la muerte de sus hijos y apropiación de sus nietos.
A las 9:15
comenzó a llenarse la sala de audiencias, entre tanta gente se destacaba un
grupo importante de chicas con el uniforme de la escuela Sarmiento. Pensé en lo
valioso que es que las adolescentes sigan construyendo memoria porque, como lo
dijo el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel: “un pueblo sin memoria, es un pueblo sin futuro”.
Al
comenzar el juicio, y siendo presentadas todas las partes, se dio inicio a la
lectura de la acusación fiscal. Los imputados estaban sentados al lado de sus
abogados defensores. En frente estaban, como lo estarán en cada audiencia, los
representantes del Ministerio Público Fiscal, los abogados querellantes de la
Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y los representantes de la querella
particular. “En esas circunstancias, la
noche del 17 de junio de 1976, Ledo fue sacado del campamento a la una de la
madrugada por el encargado de la Unidad, Esteban Sanguinetti, quien se
encontraba solo en una unidad móvil, no regresando jamás”, leyó el
secretario del Tribunal, en ese momento, Marcela Brizuela, madre de Alberto
Ledo, apretó fuertemente sus manos, Graciela, su hija mayor, le tomó las manos
con fuerza. En esa mirada entre ambas estaba la tristeza de quienes no tienen
respuesta sobre lo que pasó.
Marcela
tiene más de 40 años buscando a su hijo. Desde el momento en que supo que
Alberto no estaba presentó decenas de denuncias. Erguida, escuchaba enumerar
cada uno de los lugares en los que las hizo: en CONADEP, en el Juzgado
Federal de la Rioja, en la Comisión
Internacional de Derechos Humanos, en el Organismo Madres de Plaza de Mayo y en
el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos. En un momento, jueces,
abogados y el mismo secretario parecieron ponerse de acuerdo en mirarla.
Entonces, respiró hondo y, como si fuese necesario ratificar su lucha, dejó
claro que estaba ahí para exigir justicia.
“¿Qué hizo mi defendido? ¿Qué no hizo?
¿Qué pasó el 17 de junio de 1976?”, preguntó Vanessa Lucero, la
defensora oficial de Esteban Sanguinetti. La indignación podía verse en las
caras de los presentes. La abogada, con voz cada vez más intensa, explicó cómo
su defendido llegó como jefe de la compañía vial establecida en Monteros, al
sur de Tucumán. Se refirió luego al acta de deserción, un documento labrado en
junio de 1976 que sostiene que Alberto habría abandonado el Servicio Militar
Obligatorio que se encontraba cumpliendo al momento de su desaparición. Ella
insiste en que lo único que se pudo obtener fueron copias certificadas, que
entonces no hay seguridad de que sea legítima.
“No podrán saber qué pasó con el soldado
Ledo -dijo la abogada defensora- hay líneas de investigación que la fiscalía (a
cargo del Dr. Brito) nunca siguió, porque no sabemos si el soldado Ledo
desapareció de una guardia, no sabemos si salió al monte o si desapareció de la
ciudad de Monteros. No sabemos si se lo vio en diciembre en un centro de
detención. No sabemos qué pasó”. El dolor y la bronca se veía
en los rostros de los presentes, mientras Lucero continuaba, remató: “Nadie podrá reparar la ausencia de un ser
querido de una casa, ni devolver un hermano, ni devolver un hijo, y nadie podrá
entender ese dolor; pero lo cierto es que acá estamos en un juicio penal y la
única manera en que ustedes podrán condenar es con una certeza, esa certeza
cuando termine este debate no la tendrán”.
“Era un joven de 21 años, un subteniente
que tenía la misma edad que los conscriptos”, dijo Adolfo Bertini,
abogado que representa la defensa de Milani. Su alegato inicial hizo hincapié
en que tanto la fiscalía, como los medios de comunicación lo quieren acusar por
haber sido jefe del Ejército Argentino - cargo en el que fue nombrado en 2013 -,
sin tener en cuenta las funciones que cumplía al momento de los hechos. Bertini
habló de los reglamentos militares y explicó cómo el acusado terminó en la
Unidad Vial ubicada en Monteros. Negó en reiteradas ocasiones que Alberto Ledo
fuera asistente de César Milani, como se sostiene en la acusación.
La
primera jornada de audiencias tuvo su primer cuarto intermedio a las 12 del
mediodía. Marcela Brizuela salió del tribunal y en la vereda se encontró con
los militantes que se llegaron a acompañarla. Los cantos de apoyo fueron como un
abrazo para ella que agradecida recibió el micrófono y pidió que todos los
culpables sean juzgados y condenados por la desaparición de todos los hijos y
nietos durante la dictadura cívico militar.
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