Por Tina Gardella
"Manden noticias del mundo de
allá, a quien se queda, denme un abrazo venganme a esperar Voy llegando. Lo que
más gusto es poder partir, ya sin miedo, mejor ahora es poder volver cuando quiera..." (Encuentros y despedidas- Milton Nascimento)
La voz
de Mercedes Sosa dándole vida a la canción de Milton, atravesó la presentación
del libro Transterradas. En la colmada sala de El Griego, entusiastas participantes
escuchaban atentamente el proceso de construcción de un libro que se plantea el
cómo trabajar la memoria para que las experiencias traumáticas –la del
desplazamiento forzado una de ellas- no paralice, no sea desvastadora.
En Transterradas. El exilio infantil y juvenil
como lugar de memoria, Marisa González de Oleaga, Carolina Meloni González
y Carola Saiegh Dorín, se proponen dar testimonio de sus propios
desplazamientos a raíz del exilio de sus padres y compartir esa sensación de
por momentos no sentirse pertenecientes a ningún lugar. Marisa y Carola desde
Buenos Aires y Carolina desde Tucumán, llegaron a España junto a sus padres,
exiliados por el terrorismo de estado.
En la
apertura de la presentación, Caro Frangoulis de H.I.J.O.S. Tucumán interpeló
acerca la deuda que tienen los organismos de derechos humanos y la sociedad
argentina toda en relación a quienes tuvieron que exiliarse. Deuda en tanto la
memoria es una construcción colectiva y el exilio una parte fundamental de esa
memoria. Memoria espacial, no sólo temporal.
Junto
a ella, Carolina Meloni González, una de las autoras y la entrañable Luisa
Vivanco, acercaron los textos y las motivaciones de esos textos.
Carolina
es tucumana. Acariciando un clavel del aire, tan típico de los cerros
tucumanos, metaforizó acerca de esa planta que “se prende” y echa raíces en
cualquier árbol y a la vez pareciera no enraizar en ninguno...Salvo el nombre,
todo es incierto; el exilio comienza con el exilio del nombre – dice Carolina.
Esas
sensaciones fueron rescatadas por Luisa quien manifestó sentirse muy emocionada
e impactada desde el mismo título del libro y la fotografía de la portada donde
se reflejan objetos diversos cargados de memoria. Reconoció que el exilio es
poco hablado y casi no reconocido, siendo que exilio y desexilio construyen presente.
Para
quienes como Luisa trabaja con los efectos psicosociales del terrorismo de
estado, el libro se presenta como la posibilidad de desarrollar la escucha de
experiencias de jóvenes porque es allí donde está lo novedoso. En su
presentación, Luisa destacó precisamente que las palabras nuevas, la poética
musical, las metáforas y las frases vivenciales, hacen que el libro sea un
texto eminentemente sensorial, donde hay palabras y junto a ellas también hay
olores, sabores y colores.
Poner
en palabras lo vivido es uno de los objetivos del libro, tal como lo dicen en
la Introducción. Pero además, como bien lo expresó Carolina, “el testimonio es
el relato de la experiencia y es a través de nuestros testimonios como queremos
visibilizar a las niñas y adolescentes que fuimos para iluminar a los niños y
adolescentes que hoy padecen destierro. Por eso decimos que hacer de la herida
una cuestión política es construir comunidad. Es lo que intentamos con este
libro”.
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