Ir al contenido principal

Cicatrices internas y más

  • por Hugo Hernán Diaz para el Diario del Juicio
PH Archivo H.I.J.O.S. Tucumán


Año 1975. César Oscar Sosa, jornalero, vivía en la casa paterna junto a sus padres y hermanos. La misma se situaba en Los Sosa, perteneciente al departamento de Monteros, al sudoeste de la provincia de Tucumán.

“Me duele… a esto no me lo voy a olvidar hasta el fin de mi vida…” Ésta es la forma que escoge, que le sale, que le nace a César Oscar Sosa para comenzar el relato en torno a los hechos que perjudicaron de forma directa a él, a su hermano Pedro Daniel Sosa y a su familia. Fue una madrugada del 14 de Noviembre de 1975 cuando ingresaron a su casa un grupo de militares en forma violenta, golpeando a su madre, hermanas y rompiendo todo aquello que esté a su alcance. Ante la injusta situación Pedro Daniel (17), séptimo hijo varón de la familia, reaccionó y empujo al militar que estaba atacando a su madre. Frente a esto, otro de los hombres de verde que había ingresado a la casa de la familia Sosa le disparó al “flaco”, y se lo llevaron junto a César Oscar a la base militar que había en Monteros.

Contó el testigo del día que les pusieron una bolsa de la cabeza a la cintura y los subieron a una camioneta, y que cuando la madre de los jóvenes intento detener el accionar de los uniformados, estos le respondieron al grito de “No queremos matar viejas”.

Recuerda César Oscar Sosa que adonde lo tenían pasaba un tren por las mañanas, y por esto llego a deducir que era La Escuelita de Famaillá. Sin embargo, antes de llegar a este lugar pasaron por otro sitio donde él cree que tiraron el cuerpo ya sin vida de su hermano. En el viaje, César no sintió ni una queja, grito, ni nada de parte de su hermano, por lo que concluye que el cuerpo estaba ya sin vida cuando lo sacaron arrastrando por el patio de la casa.

En la Escuelita de Famaillá las torturas fueron numerosas: quemaduras, golpes, picana eléctrica, entre otras que le dejaron marcas que hoy conserva. El castigo psicológico también fue duro y continuo, le decían todos los días “la vas a pagar a todas y cada una” contó el testigo.  César Oscar agregó además que cuando lo torturaban él les rogaba que lo maten, que no lo hagan sufrir más. “Tírenme donde mi madre después pueda encontrarme…”.

En los interrogatorios jamás le preguntaron por su hermano e incluso cuando fue liberado le dijeron que a ellos los sacaron equivocados así que los devolverían a su casa, sin embargo ese “arrepentimiento” no impidió que lo dejaron en calzoncillos en medio de la ruta.

Cuando la fiscal Julia Vitar preguntó por la deserción del servicio militar de la que se lo acusaba, el testigo explico que obtuvo una licencia especial porque tenía muchos hermanos menores, y tenía los papeles correspondientes que constataban esto.

Ya en libertad César Oscar Sosa se cruzó en la calle con el Jefe de Zona, un hombre de apellido Almirón a quien le pregunto si lo reconocía. Bastó esta simple pregunta para que Sosa fuera rodeado y apuntado, posterior detención por largo tiempo sin que su familia sepa nada acerca de su paradero.

Unos de los agentes que trabajaba en aquella comisaría sería finalmente quien contribuiría para que la familia Sosa conozca donde estaba César Oscar. Este muchacho (en relación al agente) hizo un papelito con nombre y apellido del preso y se lo dio a un chofer de colectivos que frecuentaba la zona de Monteros, llegando así al cabo de unas semanas a manos de la madre de César.

Sosa fue trasladado finalmente de la comisaría a La Brigada, donde permanecería por ocho meses hasta que recuperó su libertad.

En relación al destino de su hermano, hasta el día de hoy son todas hipótesis. Y aunque hay un cuerpo que acompaña al de su madre y su padre en el Cementerio de Concepción César Oscar no está seguro que sea el de su hermano porque cuando lo llevaron a reconocer este cuerpo no tenía ni una pierna, ni un brazo, ni la mitad del rostro. No obstante cuando fue el momento del reconocimiento su padre, Zenón Sosa, confió en que si era el cuerpo de su hijo Pedro Daniel Ernesto. “Señor juez nunca hicimos una prueba de ADN porque no contamos con el dinero suficiente. Yo lo único que quiero saber es si ese es el cuerpo de mi hermano… yo ya perdí a mi madre, a mi padre, lo perdí todo… simplemente quería pedirle eso”.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Para vos

Aquí vamos. Acercando cada uno los pedacitos en los que quedamos. A ver si entre todos podemos rearmar este espacio. Rearmarlo y rearmarnos. Siempre supimos que eras inmensa, te lo dijimos de miles de maneras. Y ahora nos tenemos que hacer cargo de la inmensidad que quedó en nuestras manos. No sabemos cómo seguir. Vamos empezando a caminar pasito a pasito. Como aprendiendo de nuevo, porque nos cuesta mucho caminar sin vos. Sabemos que tenemos que recuperar la alegría. Y defenderla. Pero sabemos también que no nos vamos a despedir de esta tristeza. Que tenemos que abrazarla y saberla nuestra. Tampoco sabemos cómo lo vamos a hacer, pero lo vamos a hacer. Cómo no recordar tu sonrisa. Tu sonrisa y sobre todo tu risa. Esa risa desparpajada que podía llenar los rincones más oscuros. Que retumbaba en las paredes. Y que ahí se quedó, retumbando en todas las paredes que te escucharon. Cómo sacarse de la cabeza tu voz. La socarrona y divertida. La profunda y reflexiva. Los matices de tu voz f...

Comienza el juicio más grande por delitos de lesa humanidad en Tucumán

por Valeria Totongi para el Diario del Juicio Son 270 víctimas. 20 imputados y otros 20 a la espera de que la Justicia confirme su procesamiento. Más de 1.400 testigos. “Operativo Independencia” es el juicio más grande no sólo en cantidad de involucrados, sino también el más emblemático de nuestra historia reciente. Durante más de 1 año (es lo que se calcula que durará todo el proceso) se escucharán testimonios de sobrevivientes, de familiares de víctimas y de expertos, con lo que se buscará reconstruir qué pasó entre febrero de 1975 y marzo de 1976 en Tucumán. Es que -en nuestra provincia- el horror del genocidio empezó a desplegar sus alas negras meses antes de que el martillo militar golpeara al Estado argentino, en marzo de 1976. El 9 de febrero de 1975, en cumplimiento del Decreto 261/75 de la entonces presidenta constitucional María Estela Martínez de Perón,  se convertía a la provincia en territorio de ocupación. A partir de la instalación de más de 20 uni...

NATALIA, SIEMPRE PRESENTE

(Por Ana Melnik) Natalia Ariñez, nuestra Nati, nuestra compañera Nati, no está ya con nosotros. La ausencia de Nati es una certeza dolorosa, la confirmación cotidiana de algo que no deja de ser irreal. Porque estoy escribiendo la nota para este Diario que nunca imagine escribir, y porque hablar de ella en pasado contradice asombrosamente su forma de estar presente, ahora mismo. Nati es presencia que trasciende cada día que pasa. Fue una de las gestoras e impulsoras de este proyecto de comunicación colectiva. Este Diario del Juicio, que nació como un espacio de socialización de los juicios orales por los delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico-militar- y ahora Operativo Independencia-, que tuvo su inicio en el 2012, con la Megacausa Arsenales II-Jefatura II. Natalia fue una de las editoras de este Diario, junto a Carolina Frangoulis, y administradora de este Blog. En estos momentos, cuando la recuerdo, pienso en nuestra tarea compartida, en una Nat...