Estudiantes de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Facultad de Filosofía y Letras, entraron por primera vez a una sala de audiencias. Lo hicieron en el marco de la práctica de la materia Comunicación Alternativa. Escucharon los testimonios de sobrevivientes y familiares del terrorismo de Estado y pusieron en palabras lo visto, lo escuchado, lo vivido en el lugar donde se sigue construyendo historia.
FOTOGRAFÍA DE ELENA NICOLAY |
Cristian Ariel Díaz: No solo comparten el nombre sino también un pasado cargado de terror
El jueves once de septiembre, en la audiencia de la mañana, se presentaron para dar testimonio: María Eugenia Leoni, María de las Mercedes Kugel y María Adelaida Gianfrancisco. Citadas para los casos 69, 63, 59-60, respectivamente.
Entre miedo, temor y desconcierto, en la Sala se visten de valor y relatan lo vivido en presencia del juez, los abogados de la Fiscalía y querella y sus abogados defensores. Estas mujeres recuerdan a grupos de hombres que ingresaban a las casas, encapuchados y armados en horas tardes de las noches. Con las armas amenazaban a todas las familias que caían en el radar de los operativos.
¿Azar o trabajos de Inteligencia? Lo cierto es que hoy, más que nunca, se oyen voces que modelan muchas historias que son y van a ser contadas.
Lourdes Orellana Arias: El pedido detrás de cada historia
En la audiencia de la mañana del 11 de septiembre se presentaron múltiples testigos de distintas causas y contaron la historia de algún familiar desaparecido. El relato sobre un padre, un hermano, un cuñado salió a la luz.
En cada caso, el procedimiento del secuestro fue prácticamente el mismo: botas violentas que irrumpen en la casa familiar durante la madrugada, linternas que enceguecen en la oscuridad de la noche mientras buscaban a alguien en particular. Si lo encontraban, era llevado en uno de los tantos vehículos de la fuerza hacía quién sabe dónde – la mayoría de los familiares ni siquiera sabían cuál fue su paso durante sus desapariciones -. Los relatos continúan con que salieron a buscar ayuda en sus vecinos, o que fueron directamente a (intentar) realizar una denuncia.
Pero hoy, después de tantos años, cada historia expresa lo mismo: un pedido de justicia. Desde la angustia, la memoria y el terror que trae consigo cada uno de esos recuerdos, cada persona que pasa por este tribunal exige justicia por sus familiares.
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