Por Tina Gardella //
La Audiencia del lunes 9 de octubre comienza con un homenaje a Juan Carlos Reynaga, el Juez que supo construir posicionamiento para decirnos que desde la Justicia, la memoria y la verdad son dimensiones inseparables. Su muerte es una gran pérdida para el fortalecimiento en la relación de Justicia/Derechos Humanos.
Es una audiencia corta pero significativa. Las tres testigos aluden a la espera que opera en paralelo con la búsqueda. ¿Qué se espera, a quienes se espera? ¿Qué se busca y a quiénes se busca?
“Desde que lo llevaron a mi hermano, mi padre se sentaba todas las tardes a la par del portón -que era como tranquera- a esperarlo; pero mi hermano nunca volvió”. Quien atestigua es Andrea Cecilia Díaz. Relata que el 8 de octubre de 1976, en horas de la madrugada, un grupo de encapuchados y fuertemente armados entró violentamente a la casa donde vivían, en Los Ralos; rompieron el foco de luz y en la oscuridad se llevaron a su hermano Domingo Díaz a quien le decían “Minguila”. Dos autos Falcon verde integraban el operativo. Su hermano trabajaba en la Textil Escalada y señala que esa misma noche también se llevaron a otros compañeros de trabajo de su hermano. El derrotero de la búsqueda sin descanso de su madre no tuvo ninguna respuesta. Una lista y un pozo aportan lo tenebroso: Domingo Díaz figura en la lista aportada por el testigo Clemente con la sigla DF (Disposición Final) y parte de sus restos fueron encontrados y reconocidos en 2014 en el Pozo de Vargas.
Se emociona Ana cuando comparte que era la hermana mimada de Enrique y que lo sucedido esa noche del 8 de octubre la devastó. Ana era una adolescente en el 76. Cuando se llevaron a su hermano y su madre comenzó con la búsqueda y la espera angustiosa, ella también lo hizo…a su manera. “Era una época que había muchos linyeras y yo los buscaba y los miraba porque creía que mi hermano podía andar perdido. Todas las tardes lo esperábamos en su casa”. Enrique Lisauro Díaz también figura en la lista aportada por el testigo Clemente con la sigla DF (Disposición Final). Parte de sus restos también fueron encontrados y reconocidos en 2014 en el Pozo de Vargas. El final del relato de Ana no puede ser más elocuente: “Tengo cáncer señor Juez. Pero este sufrimiento no se parece en nada al sufrimiento por la pérdida de mi hermano Enrique”.
A continuación brinda su testimonio Susana del Valle Sánchez. Es hija de Agustín Sánchez y de Segunda Honoria Soria. Sus padres tenían 51 y 46 años respectivamente. Están desaparecidos. El 3 de setiembre de 1976, cerca de las 11 de la noche, un operativo que comprendía 10 hombres de civil, armados y encapuchados en camionetas doble cabina, irrumpieron en la casa del matrimonio que vivía solo en el barrio de Villa Urquiza y se los llevaron cubiertos con capuchas y con las manos atadas hacia atrás. La escena fue vista por los vecinos.
Agustín era el Secretario Adjunto del gremio de Luz y Fuerza en Tucumán. Segunda, colaboraba con la comisión de presos políticos. Su casa ya había sido allanada en mayo de ese año. Para ese entonces, Susana vivía con ellos. Estudiaba bioquímica.
Relata la violencia de ese operativo con 20 personas cubriéndose la cara con pasamontañas, el interrogatorio a la que fue sometida preguntándole por las amistades de sus padres y el seguimiento que comenzó a tener en sus actividades de estudio. Destaca también que cuando se llevaron a sus padres, los secuestradores desvalijaron la casa llevándose objetos de valor. Todos los trámites y denuncias que se hicieron –Hábeas Corpus, Comisión de la OEA, la Bicameral de Tucumán, la CONADAP- fueron infructuosos. Agustín y Segunda integran la lista aportada por el testigo Clemente con la sigla DF (Disposición Final). “Muchas personas que tenían lazos con mis padres se murieron esperando justicia, a la espera del acto reparatorio. Por tanta espera, pido que la justicia no pierda la perspectiva de derechos humanos,” finalizó.
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