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Marcas para toda la vida

 

Por Sofia Avila Raffo //

Se reanudaron las audiencias por el juicio Nº 15 por delitos de lesa humanidad “Jefatura III” Luego del receso invernal, la causa avanza y los testigos continúan contando la historia.

En la primera semana de audiencias después de la feria judicial, los relatos de víctimas y familiares se volvieron a escuchar en la sala de audiencias. Esta historia hoy escribe un nuevo capítulo, es la historia que permite entender como sociedad a dónde nunca más podemos volver. 

Se escuchó el relato de  René Atilio Brito que brindó información sobre el  secuestro de José Félix Naranjo. Ambos eran compañeros de trabajo en la municipalidad de Simoca, el testigo comentó que Naranjo  desapareció en abril de 1976, y apareció recién en diciembre de ese año en su puesto de trabajo. Contó también que la víctima era militante del partido peronista y que fue secuestrado de su hogar dejando a sus hijos pequeños. Al final de su declaración dijo que no tenía más información sobre Félix porque “nadie se animaba a preguntar ni averiguar nada”.


El siguiente testimonio fue de  Luis Domingo Medina, hijo de Domingo Jesús Medina, secuestrado en la zona de Las Cejas. Domingo era empleado del ferrocarril, se dedicaba a la reparación de las vías. Era simpatizante del partido peronista. Un día lo buscaron en su domicilio junto a otros vecinos del pueblo entre los que se encontraban ‘El niño’ Medina, Galindez, Denucci, Julio Tuerca y Serrano. Los habían trasladado en una camioneta a la comisaría de Las Cejas con los ojos vendados y las manos atadas.

“Yo me fui a la esquina de la comisaría, había un señor que tenía un negocio, vendía mercadería el señor Miguel Nazar el cual ya falleció. Desde ahí se observaba que los bajaban al papá con las manos atadas. Buscaron a otra gente y a los compañeros del papá y después llevaron a un muchacho que no trabajaba en nada, esa fue la gente que llevaron a la comisaría”, relató el testigo.

El hijo de la víctima contó que se movilizaron junto con sus familiares para ver la situación de su padre. Contactaron a un tío que era militar de la provincia de Buenos Aires y que trabajaba en Campo Mayo. A la semana llegó a Tucumán y después de hablar con la esposa de Jesús Medina, madre del testigo, le informaron que liberarían a su esposo en la zona de Los Ralos, que debían buscarlo de allí. Domingo Luis junto con su padrino  y los demás vecinos de la zona fueron a buscar a su padre para volver a casa.

“Lo fuimos a buscar (y estaba) en un estado deplorable. Esta gente estaba todavía con vendas puestas en los ojos y  sogas en las manos tiradas hacia atrás, con la ropa sucia, la ropa de trabajo con la que se la habían llevado” describió. Ese día regresaron todos juntos a casa, todos oriundos de Las Cejas. 

Domingo Luis contó también que  no tienen información de donde estuvo su padre todo eso tiempo, sí recuerda que había momentos muy duros para su padre ya que constantemente recordaba aquel episodio del horror, que lloraba en cualquier momento y con el tiempo aparecieron secuelas que afectaron su vista, su salud física y, por sobre todo, su salud mental, dejándole marcas para toda la vida.

Cerrando la jornada dio testimonio Horacio Valdez hijo de Domingo Valdez víctima de secuestro en 1976. El testigo contó que una madrugada llegó el ejército a la casa de su abuela, madre de Domingo. Allí vivía la víctima con su esposa y dos hijos de uno y dos años. Cuando el ejército entró, uno de los hombres apuntó con el arma a Domingo. Le vendaron los ojos y se lo llevaron del domicilio. El testigo comentó que su padre era trabajador del Ingenio y además un miembro activo del sindicato del mismo

“Él le había contado a mi mamá que una vez estando secuestrado escuchó enfrentamientos, disparos y poco tiempo después escuchó un helicóptero, e ingresó una persona que tenía unas botas y una fusta. Les decía a todos que no intenten escapar o hacer algo que no tenían que hacer porque tenían orden de rociarles nafta y prenderles fuego” dijo Horacio, quedando la sala en completo silencio 

Era tanto el sometimiento que su padre no se había animado a quitarse la venda de los ojos por temor a las represalias pero logró ver a la persona de botas porque la venda estaba un poco corrida. También escuchó lamentos y torturas de otras personas estando cautivo

Con el tiempo comenzaron las secuelas: dolencias físicas en la cervical y el hombro. También sufrió problemas en su brazo y graves secuelas psicológicas. 

Las diversas sensaciones que habitan en el recinto están en el aire, el dolor siempre presente, la memoria como arma fundamental y el deseo de justicia que nos reúne y brinda fuerzas para sobrellevar el peso de lo cruel que fue aquel período en Argentina.


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