Por Tina Gardella //
El Pozo
La Audiencia comienza con el testimonio por videoconferencia de Nicolás Bulacio Colombetti. Está en Suiza. Hacia allí lo llevaron la orfandad y desamparo del terrorismo de estado. Es hijo de Eduardo Oscar Bulacio y de María Teresa Colombetti. El 9 de abril de 1976 dos grupos comando irrumpieron a la misma hora en el trabajo y en la casa de los Bulacio Colombetti. Del trabajo se lo llevaron a él junto a otros compañeros de tareas. De la casa, a María Teresa. De los dos hijos se hicieron cargo los vecinos hasta que avisada por ellos, la abuela materna los recogió. Los torturaron en la Jefatura. Parte de los restos de Eduardo y María Teresa fueron encontrados en el Pozo de Vargas en 2015. Qué más decir.
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FOTOGRAFÍA DE ELENA NICOLAY |
La Crueldad
Atestigua por videoconferencia Mercedes del Valle Macchi. Es hija de Carlos Enrique Macchi. Con voz cortada pide que nos imaginemos un día común a las 11.30 de la mañana por calle Maipú, en la vereda del Mercado del Norte. Y que esa cotidianidad es interrumpida por el instante en que de una camioneta bajan dos hombres, lo toman de los brazos a su padre, lo introducen al vehículo y parten raudamente seguidos por un Ford Falcon sin patente. Ante la mirada atónita de su madre, su abuela, la gente que transitaba…y ella, su hija adolescente, comienza el derrotero de la mentira al preguntar comisaría por comisaría, dependencia por dependencia. Hasta que la negación se topa con la crueldad. Cuenta que con su uniforme de la Escuela Normal y los útiles bajo el brazo se presenta en la Jefatura de Policía a preguntar por su padre. La llevan ante el que se hacía llamar “Jefe Supremo”, Antonio Arrechea quien le manifestó que lo único cierto que le podía decir es a cuántos metros de tierra abajo estaba su padre. Carlos Enrique Machi continúa desaparecido. Qué más decir.
La Vecindad
Petrona Antonia Caro de Castilla tiene 83 años. Corrige rápidamente cuando le dicen que tiene 87, no es cuestión…Vive en San Miguel de Tucumán, en la calle Marcos Paz al 3.000. El fondo de su casa daba a un pasaje donde vivían varios jóvenes en 1976. Uno de ellos, Raúl Antonio Serrano. Trae al recinto la voz de los vecinos que se siguen preguntando por quienes conocieron, aun circunstancialmente. Cuenta lo propio y lo que le comentaron después: a Raúl Antonio Serrano lo llevaron de la obra en la que trabajaba en Concepción. Recuerda la relación de Serrano con los hermanos López y con Romano, contratista de la obra y que Raúl se había trasladado a Concepción por cuestiones de seguridad. Raúl Antonio Serrano continúa desaparecido. El juez y los fiscales valoran su presencia y aportes con sus 83 años a cuestas. Qué más decir.
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FOTOGRAFÍA DE ELENA NICOLAY |
El Error/Terror
Atestigua Ariel Omar Manolio. Tiene 47 años. Cuando secuestran a su madre, Isabel Máxima Gómez, era un bebé de 3 meses pero comparte las penurias de esa historia. Su madre era maestra rural, viajaba todos los días a Burruyacu. Su padre, Omar Alfredo Manolio, era viajante. Vivían en calle San Luis primera cuadra. En los primeros días de mayo de 1976, a la madrugada, un grupo armado y encapuchado irrumpió violentamente al domicilio y envuelta en una sábana se llevaron a Isabel. Estuvo en la Jefatura de Policía donde entre vejaciones y torturas pudo escuchar los quejidos de quienes estaban secuestrados allí. A fines de mayo la liberaron diciéndole que se habían equivocado, que no era ella la persona que buscaban. Las secuelas para ella y su familia tienen algo de reparación con el testimonio de su hijo. Qué más decir.
La Lista
José Rodolfo Bazán tiene 70 años. Está jubilado. Lleva consigo carpetas y papeles. Testimonia que en 1976 estudiaba en la Escuela Técnica N° 3 para Técnico Mecánico. Los años anteriores había realizado el servicio militar. El 3 de mayo de 1976 fue sacado de su domicilio por personas de civil que portaban armas largas. Fue llevado a la Jefatura de Policía donde fue sometido a torturas físicas y psíquicas. Allí tenía el N° 15 y le decían socarronamente “la niña bonita”. Le preguntaban por la actividad de sus compañeros de la Escuela Técnica, Miguel Chávez –a quien habían matado y encontrado en un cañaveral de Famaillá- y por Roque Pulido. Su cautiverio lo compartió con otro compañero de la Técnica, Fernando Leila. Después de un mes fue liberado detrás del Cementerio del Oeste. Los trámites de su familia incluyeron a jerarcas del Ejército que daban cuenta de la práctica terrorista. Estuvo en Jefatura y para certificarlo insiste –más allá de que el juez y los fiscales le dicen que no es necesario - en sacar la lista de Clemente donde figura como “liberado”. En qué condiciones, no dice la lista. Qué más decir.
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FOTOGRAFÍA DE ELENA NICOLAY |
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