El hombre sale del Tribunal Oral Federal Tucumán por la puerta que da a calle Chacabuco. Sube al taxi que lo espera. Seguramente va a Los Ralos, donde cumple prisión domiciliaria. Es Santo González, condenado ya por el Juicio de Villa Urquiza. En la tórrida tarde tucumana, acaba de escuchar una nueva sentencia: el Tribunal –integrado por los jueces Abelardo Basbús, Enrique Lilljedahl y Ana Carina Farías- le da una pena de 7 años como partícipe secundario en el Juicio por la apropiación de un niño nacido en el centro clandestino de detención que funcionaba en las instalaciones del penal de Villa Urquiza. Ese niño es Mario Navarro.
La sentencia toma del alegato de la Fiscalía –el fiscal general subrogante Pablo Camuña y la fiscal ad hoc Valentina García Salemi- compartida por las querellantes de Abuelas de Plaza de Mayo, Carolina Villela y Patricia Chalup, la solicitud de exhortar a quienes duden de su identidad y tengan una edad comprendida en el marco del desarrollo de la última dictadura, a acercarse a todas las oficinas judiciales o de derechos humanos. De igual modo, el Tribunal accedió a la solicitud de garantizar la continuidad del tratamiento psicológico tanto de Mario como de S.A.N., su madre.
La respuesta afirmativa a esa solicitud es la consecuencia de los alegatos de la Fiscalía que no solo plantearon el rol y función del imputado Santo González en la estructura represiva de quienes estaban al frente del Penal de Villa Urquiza y su “apéndice”, el Centro Clandestino de Detención que funcionaba apenas se ingresaba al Penal, sino además señalando en forma pormenorizada las consecuencias del daño intergeneracional y transgeneracional que retorna de una u otra forma en las nuevas generaciones. La sustracción, retención y ocultamiento como plan sistemático de robo de bebés, diferenciado del tráfico de niños desde el Juicio de 2011, habilita, mediante estos juicios, la posibilidad de restitución y recuperación de identidad y la reparación del daño producido.
La sentencia cerró las audiencias del primer juicio de lesa humanidad por apropiación que se sustanció en Tucumán. Precisamente con la certificación del carácter de lesa humanidad del juicio por apropiación, comienza la sentencia del Tribunal.
El hombre se va a su prisión domiciliaria. El 16 Juicio ha culminado. Queda la sonrisa de Mario y parte de su testimonio en el Juicio: “Cuando Estela -Carlotto-, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, me dice vení a ver a tu mamá, no sabía qué hacer… es una alegría que contagia. Amor en estado puro. Pero el amor no puede ser para uno únicamente. Hay que seguir buscando y encontrando a los que faltan… sino, la felicidad no es completa.”
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