Por Tina Gardella, Mauro Olmos, Luján Cajal y Florencia Rojas //
La frase sorprende a Mario. Había leído mucho y estaba al tanto de madres/padres desaparecidos y/o muertos por el terrorismo de Estado en las búsquedas como las que él había encarado como joven nacido en 1976 y con dudas acerca de su identidad. Por eso su respuesta inmediata de asombro fue: “¿Vive?”
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Es martes 3 de diciembre y Mario es el primer testigo del decimosexto Juicio de Lesa Humanidad en la provincia. Es además el primer juicio por apropiación de un menor nacido en cautiverio en Tucumán. Mario es ese menor. Relata por videoconferencia, para el tribunal, fiscales, querellantes, defensores y ante el numeroso público y prensa acreditada, el camino transitado hasta llegar a re-conocerse en esta historia.
Con voz clara y segura, comparte los recuerdos de su niñez y adolescencia en la localidad de Las Rosas, departamento Belgrano, en la provincia de Santa Fe, adonde había llegado desde Tucumán, fruto de una serie de complicidades que pudo ir dilucidando de a poco. Si bien las dudas de su apropiación siempre estuvieron presentes por el solo hecho de ver tan mayores a sus llamados “padres de crianza”, cuando llega a Rosario para estudiar en la Universidad -quería ser médico - se encuentra con toda una realidad de memoria, verdad, justicia que empieza a anclar esas dudas en el terrorismo de Estado.
Mario tiene ahora 48 años y una sonrisa envidiable. Su historia está indisolublemente ligada a la historia de su madre. No es solo el lazo biológico. Es el lazo de la búsqueda y el saberse buscado con un Estado como intermediario que a modo de reparación activa los mecanismos de la verdad/identidad. Abuelas de Plaza de Mayo, Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad, Banco Nacional de Datos Genéticos operan como dispositivos de búsqueda para el ejercicio pleno del derecho a la identidad.
Mientras Mario acudía en 2015 a Abuelas de Plaza de Mayo con las dudas de su identidad, quien después se constató que era su madre declaraba en el Juicio de Villa Urquiza en Tucumán para dar cuenta de su secuestro, tormentos y violaciones sufridas en la cárcel que funcionaba también como Centro Clandestino de Detención. Allí quedó embarazada. Allí nació Mario. De allí fue arrebatado y entregado a un comerciante que lo vendió a un matrimonio de Santa Fe que a su vez lo entregó a quienes criaron a Mario.
Arrebatado de su madre, el momento de la apropiación de Mario y el proceso de sustracción de su identidad, resulta confuso. Lo que sí es certero es que Mario nació entre mayo y junio de 1976.A Mario jamás le dijeron acerca de su origen y jamás le dijeron que violentamente fue alejado de quién lo dio a luz. Le ocultaron su historia, su verdad, el derecho a tener un vínculo con su mamá.
Por la emoción de haber encontrado una parte de él, Mario decidió cambiar su apellido, llevar el que le correspondía y le habían quitado, y de esta forma honrar a su madre.
Lo que también es certero es la participación de Santo González, que mucho tuvo que ver para que el delito de apropiación de Mario se consumara. González era guardiacárcel en el penal de Villa Urquiza, fue condenado en 2014 como uno de los que cometieron delitos de lesa humanidad en el centro clandestino de detención que funcionaba en ese lugar.
Muchos son los responsables que no pagaron su condena por estar fallecidos. González fue juzgado y condenado por el Tribunal Oral Federal de Tucumán por su rol en la apropiación de Mario.
Mario sabe la historia de su madre. Los horrores padecidos. Agradece la decisión de su madre de acercarse a la Secretaría de Derechos Humanos en Tucumán para contar su historia por primera vez en 2005 y agradece la búsqueda sin pausa. “Pedía a Dios parecerme a ella. Y somos tan parecidos que le digo a mi madre que ella soy yo con peluca”...se ríe.
Mario tiene 3 hijos y una compañera que lo ayudó en su búsqueda. Dice tener tanta alegría que solo la puede disfrutar si ayuda a que otros jóvenes puedan mirarse y reencontrarse con su verdadera identidad. Palabras que en la segunda Audiencia, cobrarían sentido y gran significación con los testimonios de responsables y expertas en el tratamiento de los daños transgeneracionales al alterar el derecho a que cada persona sepa quién es y cuál es su genealogía.
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