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LAS VOCES SILENCIADAS-PUEBLOS TOMADOS- del llamado Operativo Independencia.



Por Dra. Inés Lugones

En la segunda audiencia del juicio por los delitos cometidos por las fuerzas represivas durante el operativo Independencia, un solo testimonio resumió con su precisión los métodos del terror instalado en la época: Inés Nélida Gabra. Hoy de 53 años, tenía sólo 17 cuando el ejército se llevó a su padre, atado y vendado. Un domingo de febrero de 1975, a las 7 de la tarde, recuerda con precisión la hora.

El padre de Inés, volvió a su hogar al poco tiempo, pero su torturado cuerpo, repleto de quemaduras y golpes no resistió mucho. Tuvo que ser hospitalizado. Murió unos días después. Sin embargo, esa no fue la única consecuencia del modus operandi del Ejército. Desde el momento del secuestro de su padre, por unos 40 soldados, el ejército se instaló en la casa y dispuso de todo, incluida la mercadería del almacén que era la fuente de ingresos de la familia. El fondo de la casa se convirtió en una base de operaciones de los militares.

A partir de lo vivido, nada fue igual para la familia. A 45 años de lo sucedido, Inés recuerda con voz quebrada que le apuntaban permanentemente con un fusil y que “salían de madrugada, vestidos de fajina, traían gente, hombres, mujeres, niños, lo llevaban al fondo de la casa, escuchaba gritos cuando eran torturados…” Habían transformado su vivienda en un Centro Clandestino de Detención.

Entre sus recuerdos y los nombres de los represores -Meyer, Lobairo y Tellería- emerge el nombre de un conocido de apellido Lugones que fue asesinado por sus captores y usurpadores de su vivienda, allí mismo. Seis largos meses duró esta ocupación y el horror sufrido por esta familia.
“Mi padre fue un buen hombre, noble, generoso y solidario con sus vecino”, dijo al finalizar su testimonio.





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