La jornada
se extendió durante la mañana y reanudó su actividad por la tarde. En ese
horario escuchamos a Serafín Mendizábal
contar cómo el ejército entró a la Facultad donde escuchaba una clase. Los
oficiales separaron docentes y personal de maestranza por un lado y a
estudiantes por el otro. Les exigían que acrediten que efectivamente estudiaban
en esa facultad. Los interrogaron y doce estudiantes, con los ojos vendados,
fueron llevados a la Jefatura de Policía.
El 6 de junio se reanudaron las audiencias por el décimo quinto juicio por delitos de
lesa humanidad. Nuevamente de pie y con convicciones firmes, los familiares de
víctimas y organismos de derechos humanos se hicieron presentes. A su vez contamos
con la presencia de víctimas que brindarán su testimonio, marcando así un hecho
histórico en el camino y proceso que conlleva la búsqueda de verdad y justicia.
Serafín
entró el 6 de junio y fue liberado a fines de ese mes. Quedó solo en aquella
celda porque habían ido liberando a sus compañeros y compañeras. Recuerda con
dolor el momento vivido y dimensiona la magnitud de la maquinaria represiva.
¿Cómo tenían tanta información sobre él? Por aquellos años era presidente del
centro de estudiantes de su facultad y era, también, militante del partido
comunista. Eso era excusa para los
interrogatorios y las torturas. Todas en relación a su paso por la política
estudiantil.
Para
completar su testimonio la víctima indicó, que fue liberada a fines de junio,
por un oficial, con la devolución de algunas de sus pertenencias y sin ningún
tipo de reparación. Su memoria parece estar intacta y su relato permite
entender de primera mano lo que vivió el país, y cómo esta maquinaria del
terror fue planificada y sistemática.
Luisa Vivanco fue la última testigo y
fue citada para hablar sobre la desaparición de Jorge Villavicencio Calderón. En su relato contó cómo era la vida
por esos años, no sólo el peligro de vivir y de transitar la política sino una
sociedad marcada por el miedo, la censura y la crueldad.
Luisa era
amiga de Jorge, en ese momento se presentó ante ella la oportunidad de
exiliarse por la persecución que sufría ella y su familia. Entonces encontró
refugio en Venezuela. Cuando la vuelta a la democracia era casi un hecho,
retornó a Tucumán pero se encontró con un difícil escenario. Jorge, amigo de la
familia, estaba desaparecido. No solo que estaba desaparecido si no que, la
gente, la familia, amigos y vecinos, no hablaban sobre lo ocurrido. La
dictadura había implementado tal clima de terror y miedo que las familias
preferían llamarse al silencio.
Con el paso del tiempo la testigo pudo recopilar
varias versiones sobre el destino de su amigo, de esta manera logró enterarse
que Jorge, en su profesión de médico, cirujano había realizado varias
curaciones a una joven que era militante. Supo que cuando lo secuestraron lo
trasladaron a la jefatura de policía, luego al penal de Villa Urquiza y
finalmente en el penal de Sierra Chica - Buenos aires. La testigo hoy es
psicóloga y forma parte de la comisión de Derechos Humanos en el Colegio de
Psicólogos. Sus relatos constituyen la prueba viviente del horror, crueldad y
desastre generado por la dictadura, como así también un faro de luz, de
esperanza en medio de dolor, la Memoria como arma y la justicia como fin.
Por Sofía Ávila //
Comentarios