- por Tina Gardella para el Diario del Juicio
El cuerpo, como lugar estratégico
de las acciones biopolíticas, se ha instituido en el contexto del terrorismo de
estado, como marca en sí mismo de las marcas que porta. Marcas múltiples,
profundas e indelebles; histórico-sociales, biológicas y psíquicas, pero
indiscutiblemente políticas.
Las violaciones sexuales
agravadas y el abuso sexual agravado que fueron aceptadas por el TOF ante el
pedido de ampliación de la acusación del Ministerio Público Fiscal y que contó
con la adhesión de las querellas, trajo a la escena del juicio, actualizó y puso en valor significativo, las
declaraciones de la Dra.
Susana Chiarotti cuando testimonió en la calurosa audiencia
del 13 de diciembre de 2012.
La especialista en violencia de
género había contestado en esa oportunidad, en forma clara y didáctica, las
preguntas realizadas no solo por la querellante Julia Vitar, sino hasta las
realizadas por el propio tribunal a través del Dr. Gabriel Casas.
Ante una escucha atenta de la
sala, la Dra. Chiarotti
explicó la noción de género como la construcción cultural que se hace por encima
de las diferencias de sexo y que claramente refiere a los roles asignados, y en
ese marco ubicó a la violencia sexual y la responsabilidad del estado no sólo
por perpetrarla sino también por no haberla evitado.
Al tomar específicamente los
delitos sexuales en el marco del terrorismo de estado y en casos que claramente
expresó conocer no sólo del mundo y de diversos centros de detención y
exterminio del país, señaló a la cárcel de Villa Urquiza, la Jefatura y a Arsenales,
como lugares donde se ejerció violencia sexual, considerada como todo acto con
connotación sexual sin consentimiento de la persona y configurado no solamente
por los actos en sí mismo sino también por
la amenaza de cometerlos.
Desde lo jurídico, destacó los avances en los últimos tiempos por cuanto
en siglos se ignoró, por parte de los tribunales, a la violencia sexual ya que
se la trataba más bien como “efectos colaterales”. Sin embargo hubo un gran
adelanto al considerar que delitos que son comunes, en un contexto masivo, se
convierten en delitos de lesa humanidad. También la violencia sexual en el
marco del terrorismo de estado había sido de alguna manera “invisibilizada” ya
que se la consideraba como parte de la tortura. Hoy ya está considerado como
delitos autónomos de lesa humanidad, autónomos de la tortura.
Un aspecto interesante fue el
abordaje acerca de por qué no se denunció en su momento, latiguillo que suele
usar sin mayor esfuerzo de inteligencia la defensa de los imputados. El
temor/terror que se procesa desde las líneas de fuga de las prescripciones y la
estigmatización de un delito que siempre recae sobre la víctima, no sobre el
perpetrador, habla de la importancia del accionar de un estado dispuesto a
evitar, castigar y reparar sobre el daño ocasionado. En ese sentido enfatizó
que la tarea del estado debe ser en primer lugar visibilizar e investigar estos
delitos; en segundo lugar, sancionarlos de manera autónoma, separados de las
tortura; y en tercer lugar, reparar el daño ocasionado.
Reparar el daño ocasionado…acaso
nunca tan significativa la dimensión simbólica de la reparación, toda vez que
considera no solo a la víctima sino a la comunidad de daño, es decir, a todas
las personas que se sintieron heridas por lo que la pasó a la víctima.
Precisamente como
comunidad de daño que somos, podríamos hacernos cargo nosotros también de la
recomendación que diera la
Dra. Chiarotti sobre como tratar y qué hacer cuando
atestiguan con sus relatos conmovedores las víctimas del terrorismo de estado
que han sufrido violencia sexual:
“Trabajar para que no quede impune ningún caso de violencia sexual, de
las que viven y de las que no están, y sobre todo, asegurar que su relato
puesto en voz y cuerpo, no será en vano, no sonará en el vacío. Todos los
recaudos necesarios de acompañamiento y contención psicológica son importantes.
Pero en esos relatos las víctimas tiran líneas, esbozan dichos, balbucean
situaciones…sólo perceptibles a una escucha atenta, una escucha de género, una
escucha sensible, una escucha inteligente.”
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