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Fabiana Rousseaux y el Diario del Juicio


Por Tina Gardella
Fotografía Tiempo Argentino

Luego de que integrantes del Diario del Juicio le hicieran entrega de los libros Todos somos hijos de la misma historia (Megacausa Jefatura II-Arsenales II) y Escritos de la Memoria (Operativo Independencia), Fabiana Rousseaux agradeció y dijo: “Tenemos que pensar todos juntos acerca del período que se avecina. Debemos hacer el duelo de lo que se perdió en estos 4 años; pensar en todas las cosas que se habían conseguido y el vaciamiento que tuvieron con este gobierno, nos permitirá diseñar los pasos a seguir, las políticas a emprender. No se trata de repetir lo impulsado en los 12 años de construcción de una memoria colectiva y social…algo nuevo debe surgir que sostenga ese necesario anudamiento entre las prácticas de las distintas instancias organizadas de la sociedad y las políticas públicas de Memoria, Verdad, Justicia. Anudamiento que es lo que precisamente dio carácter político a la tramitación del dolor, a las políticas de reparación”.

La escuchaban atentamente en el Espacio Cultural de la Facultad de Filosofía y Letras, integrantes de organismos de derechos humanos, psicólogos y estudiantes de psicología, comunicadores y estudiantes de comunicación, entre otros y otras. Referente indiscutible de la institucionalización de las políticas de reparación para el tratamiento y acompañamientos a víctimas del Estado, destacó algunos ítems importantes para pensar y precisar:

-Si bien las políticas en derechos humanos forman parte de las agendas estatales en la mayoría de los países democráticos, estas políticas suelen inscribirse en hechos generalizables, contables y tecnocratizados. Por el contrario, la enorme distancia que implica convertir esa política en un dique de contención ante el dolor social y asumir la administración del dolor como política pública reparatoria como se dio en nuestro país, es contundente. Fue una situación instituyente en tanto se le dio voz a aquellos que el propio estado había atacado lo que movilizaba el interior de ese mismo estado.

-Una política reparatoria frente a delitos de lesa humanidad requiere de fuertes anudamientos entre la memoria, la verdad y la justicia. No es lo mismo la culpabilización subjetiva derivada de las políticas indemnizatorias en marcos de impunidad como sucedió en los años 90 dejando a los sujetos subsumidos a un nuevo dolor derivado de la clausura de verdad y de justicia, que enmarcar esos actos en el contexto de juicios por la responsabilidad el Estado. Estos juicios que se desarrollaron en el país a partir de 2003, produjeron un impresionante movimiento de justicia y también asentimientos subjetivos para afrontar esos actos. Dar testimonio dejó de ser un hecho solo doliente y sufriente y hasta vergonzante en tanto se hablaba ante quienes no quieren escuchar. Las experiencias personales trocaron en colectivas y a la vez construían un sujeto político del campo de los derechos humanos. El Estado podía ser mirado así no solo como productor de políticas de impunidad y se anudó una nueva perspectiva más simbólica donde estaba el acompañamiento en todo el proceso de las políticas sobre el dolor. El derecho de las víctimas de decir su verdad, sin dejar de lado que esta verdad es de construcción social.

-La situación actual dista mucho de estas políticas. Para este gobierno del mercado, el valor de las leyes de reparación integral pasó a ser nuevamente un hecho contable, indemnizable, apuntando incluso a una suerte de inversión de prueba de la calidad de víctimas. Ni qué hablar de los intentos de instalar la teoría de los dos demonios, la banalización de la discusión acerca del números de 30 mil o el antes y el después que significó el intento del 2 por 1. Todo con el objetivo de desligar las políticas de derechos humanos de la Política, como un campo de víctimas desvinculadas de cualquier incidencia del Estado. Pero un estado que no asume responsabilidades no es un estado democrático. Debiera ser ésta la condición más importante porque allí se juega la calidad de lazos sociales en tanto ningún ciudadano puede estar desafectado del impacto del quiebre del lazo social. Es la responsabilidad lo que define al sujeto de derecho y es la ética lo que permite sostenernos en el campo de la técnica.

Desde el Diario del Juicio Tucumán sólo decimos “¡Gracias Fabiana!”

[1] Fabiana Rousseaux es psicoanalista. Dirige Territorios Clínicos de la memoria (Asociación Civil). Fue directora del Centro Ulloa (SDH Nación). Estuvo en Tucumán el 11 y 12 de Octubre pasados invitada por la Comisión de Derechos Humanos del Colegio de Psicólogos de Tucumán.

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