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La violencia estatal desde la narrativa local



Por Mariela Ramos y Andrea Romero

Comprender el Operativo Independencia y la posterior Dictadura cívico – militar implica reconocer el sistema represivo utilizado y para ello es necesario inscribirlo en una compleja trama histórica que lo explica y lo hace comprensible. Insertarlo en un proceso de represión estatal nos permite además interpretar su narrativa, entendiendo que toda narración es una articulación de acciones que remiten a un significado y en este sentido el lenguaje sirve para transformar estados del mundo y modificar al mismo tiempo a quien lo produce y a quien lo comprende.

Analizar las características de la violencia estatal que surgen a partir de la segunda mitad del siglo XX en nuestro país es poner el foco en la convocatoria de las Fuerzas Armadas como guardianes del orden interno, es decir la militarización como medio de resolución de conflictos y una nueva concepción de la seguridad interna entendida como defensa nacional. La participación de las Fuerzas Armadas se produjo en un momento en que esta institución estaba atravesando transformaciones profundas en sus hipótesis de conflictos, pasando de la concepción de un enemigo externo a la construcción de un enemigo interno.

Los cambios del paradigma efectuado junto al desarrollo paralelo de la doctrina militar fueron apropiándose de estas nuevas formas de entender el conflicto social. En este sentido se articulan una serie de elementos: el uso de institutos de emergencia y la progresiva instalación de estados de excepción que permiten describir situaciones en las cuales lo excepcional se convierte en normalidad.

Pueblos del sudoeste tucumano

En febrero de 1975 a través de un decreto el gobierno nacional autorizó la intervención militar, primero en la provincia de Tucumán dando inicio al Operativo Independencia y luego en todo el territorio nacional, subordinando a las policías y las acciones ministeriales a las necesidades del Ejército en tres planos complementarios: acción represiva, acción cívica, y acción psicológica.

La represión desplegada en el Operativo Independencia y llevada a cabo a través de prácticas ilegales instauraron un escenario de violaciones a los derechos humanos que luego se aplicaron en el resto del país; prácticas que fueron impuestas en la provincia de Tucumán a dirigentes partidarios y sindicales, trabajadores azucareros, peones rurales, docentes, estudiantes, abogados, periodistas y a un número importante de víctimas a los que se perseguía en virtud de sus ideas y compromisos políticos.

La acción cívica, uno de los tres planos dispuestas por el gobierno de María Estela Martínez de Perón a través del decreto 261/75 instruyó a las fuerzas armadas, estableciendo en su artículo 5: “el Ministerio de Bienestar Social desarrollará en coordinación con el ministerio de defensa -comando general del ejército- las operaciones de acción cívica que son necesarias sobre la población afectada por las acciones de los militares”.

Esta disposición sienta el precedente de lo que vendrá después. La construcción de los cuatro pueblos fundados en la zona de operaciones donde se desarrolló el Operativo Independencia, tuvo como fin (fue) la reubicación de centenares de pobladores - mayoritariamente peones rurales junto a sus familias- que hasta ese momento vivían dispersos en las fincas azucareras de las zonas al pie de las sierras del Aconquija.

Los pueblos, fueron bautizados con el nombre de militares caídos: Teniente Berdina, Capitán Cáceres, Sargento Moya, Soldado Maldonado. La historia de estos pueblos, su proceso de construcción y el reasentamiento habitacional estuvieron atravesados por amenazas constantes de violencia física.

En los sectores rurales y en los trabajadores de la población tucumana recayó la mirada de la represión estatal y de las clases propietarias provinciales. Ese pueblo movilizado ponía en riesgo el orden y es allí donde se desplegó una vigilancia poblacional que implicó un control moral, religioso, familiar, identitario y civilizatorio con el fin de producir pobladores disciplinados, permitiendo asegurar su docilidad laboral, objetivo funcional a los intereses de las clases que dominaban la producción azucarera.

Escenarios como el de los cuatro pueblos, inaugurados durante la última dictadura cívico-militar y cuyo origen tiene vinculación directa con lo dispuesto en el decreto que dio inicio al Operativo Independencia, siguen existiendo con los mismos nombres, respetando en líneas generales sus diseños originarios. Este escenario permite comprender no solo la violencia estatal sino también los relatos que formaron parte de una narrativa en clave bélica. Relatos que construyeron realidades; una realidad que se encuentra en nombres, objetos, palabras, gestos, imágenes, sonidos y forman parte de esa articulación de acciones que remiten a un significado. Significados legitimados en la puesta en marcha de las acciones cívicas, como fue la construcción de los pueblos en el sudoeste tucumano.

Los juicios por crímenes de Lesa Humanidad iniciados en todo el país, lograron que muchos genocidas estén siendo juzgados y condenados, pero además estos juicios se convirtieron en una ventana para visibilizar los terribles crímenes cometidos en nombre de un Estado que sumergió en el terror a sus ciudadanos. Actualmente en Tucumán se lleva a cabo el 14° juicio: Operativo Independencia I, 2° parte; un Juicio que brinda la posibilidad como sociedad de deconstruir los relatos instalados para perpetuar la impunidad. Reescribir nuestra historia es empezar a liberar los significados del pasado y romper con aquellos relatos que imprimieron con terror y violencia los responsables del proceso de la violencia estatal que se inició con el Operativo Independencia en nuestra provincia.

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