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Sentencia Juicio Jefatura III


Por el equipo del Diario del Juicio //

El Juicio Jefatura 3 tiene su sentencia. El Tribunal se ha pronunciado luego de que se cumplimentaran todos los pasos jurídicos previstos. Ha sido un largo año. Audiencias con testimonios que dieron cuenta de la crueldad sin límites y de las complicidades del silencio. Y llega la sentencia después de que la Fiscalía y la querella pidieran duras penas para los 24 ex militares y ex policías acusados de delitos cometidos contra 232 víctimas de las cuales 84 continúan desaparecidas. En sus 39 puntos, la sentencia confirma la categoría de delitos de lesa humanidad, reafirma que las violaciones sufridas por las víctimas son delitos que deben ser juzgados por fuera de la maquinaria “convencional” de tortura, establece 8 penas de prisión perpetua y 9 con penas de entre 8 y 13 años, la absolución de 7 acusados y fija la fecha del 26 de Noviembre para dar a conocer los fundamentos de la sentencia.

Fotografía de Florencia Rojas

Pero este décimo quinto juicio de Lesa Humanidad en Tucumán tiene otras particularidades para el Diario del Juicio. Y estas particularidades tienen que ver con dos cuestiones importantes: 1) el sostenimiento de la articulación entre la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación de la Facultad de Filosofìa y Letras,  la Agrupación H.I.J.O.S. Tucumán y el Colectivo de Comunicación Popular La Palta de manera continua e ininterrumpida desde 2012 y 2) el aporte siempre novedoso y gratificante de estudiantes que optan por esta práctica –entre muchas otras- como un “deber de memoria” que excede a una simple capacitación profesional.

Esta práctica de comunicación a través del Diario del Juicio que pretende interpelar a través de escritos, reels, videos, fotografías de lo que sucede en las audiencias. Como esa escena de juicio que entrelaza memorias y verdades, cuerpos y almas, ausencias y presencias, ha tenido en los estudiantes de comunicación la sensibilidad e inteligencia de comprender-se parte de un trauma social que amenaza por siempre el futuro. Prácticas de comunicación como parte de las prácticas constitutivas de las matrices de la vida cultural y social. Prácticas de comunicación que permiten avizorar no solo las crueldades de la dictadura y el pedido de justicia indoblegable de familiares y organismos de derechos humanos, sino también los proyectos deshumanizantes que hoy nos acechan.

Con la mirada inquieta y la escucha atenta, Florencia, Camila, Luján, Carla y Mauro construyen territorio en la sala de audiencias. Un territorio irrigado por flujos comunicativos, culturales, políticos y sociales. Un territorio que da cuenta de la dimensión subjetiva, pero también de las tensiones que atraviesa la sala. Del juicio y castigo no se sale indemne. Se sabe. Pero en ese territorio los estudiantes de comunicación construyen su propia identidad y en esa construcción, piensan su comunidad.

Inauguran así las formas otras de la comunicación: aquellas en las que se puede pensar lo que se va a hacer y hacer lo que se está pensando con sentido colectivo. Son las problemáticas de memoria, verdad, justicia las que permiten abrir espacios, correr límites, transformar la vida en un territorio de existencia, sentir que cada sujeto es núcleo de verdad histórica y luchar por la alegría como potencia de vida. Acciones que la llevan consigo…y nos contagian.

Fotografía de Florencia Rojas

Algunas impresiones de estudiantes en la sala de audiencias


Florencia Abigaíl Rojas: “El lente de la cámara jamás logrará representar aquello que nuestros ojos captaron al estar en el tribunal. Las miradas de tristeza, de enojo e impotencia por las injusticias, las risas de burla de los familiares de los imputados. Cada sensación que se despertó al escuchar los cánticos al son del ‘presente’, muestra el fervor de tantos años de lucha. A través de la fotografía mostramos solo una parte de esa realidad; un fragmento que busca incrustarse en la mente y en la sensibilidad de aquellos que las ven, hablando por sí solas. Estas imágenes, que en una suerte de síntesis están para mostrarle a las personas lo que fue la sentencia de principio a final, desde mi propósito tratan de comunicar todas esas sensaciones y emociones al lector. Pero por sobre todo, dejar un camino que permita seguir escribiendo la historia de la mano de nosotros, la juventud; tomar esta posición de militancia y no dejar que esta lucha quede sin alguien que levante la bandera por la memoria, verdad y justicia.”  


Héctor Mauro Olmos: “Presenciar el tramo final del Juicio Jefatura lll no solo significó una formación en cuanto a mi perfil profesional, sino que me sirvió para entender el carácter transformador que posee la Comunicación, asumiendo un  compromiso y una responsabilidad como sujeto social, partiendo que mi intervención era un ejercicio político de resistencia al olvido, que apuntaba siempre a la construcción de una memoria colectiva y reivindicación de la memoria, la verdad y la justicia”.


Luján Ayelen Cajal: “Ese 30 de septiembre vimos cómo la palabra PRESENTE resonó durante toda la sentencia. Con las miradas, burlas e insultos por parte de los acusados quedó en evidencia que aún se está atravesando una etapa sociopolítica dónde no se dimensiona lo ocurrido. Un discurso en el que, constantemente, se cuestiona sobre nuestro pasado, se pone en duda los números de desaparecidos o plantear la teoría de los dos demonios, dónde lo único que se busca es justificar actos delictivos por parte del Estado. Desde nuestro lugar, como comunicadores, tenemos el deber de transformar nuestro espacio, darle sentido, pero nada de eso se puede sin la historia, sin la memoria. No solo somos comunicadores sino también jóvenes, por lo cual el desafío que afrontamos en esta práctica es que las personas afuera de este espacio puedan ver algo de lo que nosotros vimos ese día dentro del Tribunal Federal. Que se conmuevan y entiendan por qué esas familias deben seguir buscando justicia. Comprender por qué cada 24 de marzo salen a la calle en busca de  respuestas, pero sobre todo buscan estar presentes en la historia para que ninguna de las madres, abuelas o familias en Argentina vuelvan a presenciar una ausencia en sus mesas. Seguir preguntando que paso pero sobre todo pensar en qué hacer con lo que pasó.”

Fotografía de Florencia Rojas

Camila Anahi Durán: “Cubrir el juicio fue una experiencia transformadora, como ya nos habían anticipado y que, finalmente, termine confirmando. El ver tantos rostros presentes, diferentes miradas, algunas hacia el piso y otras puestas en alto que irradian fuerza y levantan con la misma fuerza sus brazos sosteniendo sus carteles. Después de haber experimentado y observado eso, me siento, hoy más que nunca,  comprometida con mi labor como estudiante y futura profesional del campo de la comunicación. Desde la comunicación que yo deseo proyectar y expandir, pensando en mi "yo" como comunicadora, en lo que pretendo lograr y transmitir, descartando así el solo hecho de traducir y repetir información de los grandes medios. Quiero lograr algo mediante lo que digo, por eso, en nuestra primera visita al tribunal, me sentí cómoda cuando nos dijeron que  teníamos una postura marcada: la de defender los derechos humanos, y trasladar a la consciencia de la sociedad todos los crímenes cometidos. Llegar a la calle, llegar a la gente. Esa es la comunicación que disfruto, sentir mi profesión como puente para llegar a algo transformador y que no se quede solo en la mera información, si no, en la transmisión de sentidos, significados, experiencias, sentimientos. Solo así, la comunicación puede ser entendida y efectiva, sobre todo ante todos los discursos negacionistas, que intentan instalar que fue un número exagerado o que se trató de una guerra (lo cual supone que se trató de una confrontación en carácter igualitario, cuando en realidad fue por imposición, hostigamiento, tortura). Esto es una falta de respeto para quienes lo vivieron en carne propia o mediante algún cercano. Considero necesario frenar estos discurso y plantar los que involucren y apunten a una memoria, que sea colectiva y trascendente”.

Carla Rameau: “Esta experiencia de presenciar por primera vez un caso, fue un encuentro de muchas emociones: por un lado, la adrenalina de estar ahí, la emoción de saber que iba a poner en práctica lo que vengo estudiando, la euforia de estar en un lugar para la prensa, rodeada de otras personas del área. Sin embargo, por otro, esas emociones se fueron mezclando con tristeza, al ver los rostros de los familiares de las víctimas, con bronca al escuchar risas y burlas por parte de los acusados, y ver sus caras con total desinterés del momento. 

Pero lo más fuerte fue al final, donde esas burlas excitaron los gritos por justicia; y ahí me tocó totalmente la experiencia. Sentí mucho enojo, pero me satisfacía, de algún modo, que los familiares no se dejaron aplastar y redoblaron el grito. También entendí que esta profesión se trata de eso, de saber convivir con la mezcla de aquellos sentimientos que te atraviesan de manera fuerte a causa de ver en primer plano lo que pasa en la sociedad; con la pasión de estar haciendo lo que amas: comunicar".

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