Por Tina Gardella //
Está rara la mañana de este miércoles 14 de Febrero. Hace frío, hace calor, hace llovizna, hace sol. Parte de la sala del TOF está en penumbras; algún cable humedecido que se soluciona pronto. Nada detiene los procesos de justicia podría pensarse. Menos los de la memoria y la verdad. Está el juez, fiscales, defensores, testigos, equipo de acompañamiento, familiares y los periodistas de La Palta y el Diario del Juicio.
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FOTOGRAFÍA DE ANGÉLICA ZELAYA |
Pablo Julio Mercado es el primer testigo. Su padre, Julio César Mercado está desaparecido. Se lo llevaron delante de su esposa y sus dos pequeños hijos en la madrugada del 25 de mayo de 1977. Vivían en una casa del Pje. Cabildo en San Miguel de Tucumán. Hasta allí llegaron civiles armados irrumpiendo de manera violenta: rompieron todos los focos y mataron al perro de la casa. Relata Pablo que su madre y su abuelo lo buscaron a su padre por todas partes. Que su madre se entrevistó hasta con el mismo Bussi y que fue éste el que le dijo que ya no lo busque más…Se robaron joyas, electrodomésticos y quemaron 2 bibliotecas con libros de Filosofía e Historia que tenía su padre. Y si bien estos hechos y el tremendo dato de la lista que aportó el testigo Clemente donde el nombre de su padre figura con la sigla S/D de Disposición Final son importantes, no es menor lo que Pablo comenta de sus vidas a partir de esa madrugada violenta: “Mi madre se aisló y nos aisló. No íbamos a ninguna parte. Nadie venía a casa. Vivíamos de lo que podíamos vender que era de mi padre. Trabajo desde muy chico y nunca pude decir nada sobre mi historia. Soy programador y las expresiones de mis clientes eran del estilo “se lo tenían merecido”…No podía decir que era hijo de un desaparecido. Recién con la presidencia de Néstor Kirchner pude reconciliarme con mi historia”.
Daniel Jesús Rodríguez es el
siguiente testigo. Tenía 3 años cuando una noche de junio de 1977 un grupo
armado entró a la casa rompiendo vidrios de puertas y ventanas buscando a su
padre, Aníbal Oscar “Pocho” Rodríguez. Junto a su madre y sus hermanos de 5 y 2
años se encontraban también su abuela y una tía. Su padre estaba trabajando en
una finca del Ingenio Cruz Alta donde era maquinista de una cosechadora de
caña. Allí se encontraba descansando cuando se lo llevaron. Daniel recuerda los
momentos de tensión y terror que se vivieron en su casa porque preguntaban
insistentemente donde están escondidas las armas. Todos los niños eran
apuntados y puestos pañuelos en la boca. Revolvieron muebles, rompieron
colchones y se llevaron dinero que tenían ahorrado. Cuando su padre volvió
después de 20 días aproximadamente de continuas torturas, manifestó que le
dijeron que se habían equivocado porque era a otro “Pocho” Rodríguez al que
buscaban. Su nombre figura en la lista aportada por el testigo Clemente con la
palabra Libertad.
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FOTOGRAFÍA DE ANGÉLICA ZELAYA |
Berta Mercedes Iramain es la esposa de Aníbal “Pocho” Rodríguez. Es quien testimonia a continuación. Berta tiene 72 años. Recuerda la madrugada del 1 de Junio de 1977 cuando personas con armas y en varios vehículos le piden que abra la puerta porque son del Correo y traen un telegrama de su marido. Asustada y desconfiada porque eran las dos y media de la madrugada, se niega. Rompen puertas y ventanas, entran y empiezan con la violencia y el maltrato a toda la familia. Al otro día, personal del Ingenio Cruz Alta le informó que lo habían llevado a su marido del lugar del trabajo. Inmediatamente se mudó a la casa de sus padres e hizo averiguaciones la base militar que funcionaba en el Ingenio y que estaba a cargo del hijo de Videla. No obtuvo ninguna respuesta. Cuando regresó su marido a quien dijeron que no era a él a quien buscaban, comenzó otra historia. Las torturas le habían afectado las vías urinarias, se le taparon dos arterias, comenzó con padecimientos asmático bronquiales y en un estado psíquico de extremo nerviosismo, ansiedad y agresividad. La “equivocación” en su caso, tuvo consecuencias nefastas para él su familia. Berta estuvo en terapia con hemorragias intestinales por el estado nervioso y sus hijos enfermaban recurrentemente también.
Aurora del Carmen Pico Zossi
atestigua por video conferencia desde Catamarca. Es médica. Tiene 72 años y en
1977 fue quien atendió a las personas que se encontraban deambulando por las
rutas 64 y 38 en la provincia de Catamarca. Era una franja comprendida entre
dos pueblos: Bañado de Ovanta y La Merced. Esas personas habían sido llevadas
desde Tucumán y según le manifestaron cuando les pudo brindar los cuidados
necesarios, la Policía de Tucumán los había dejado allí. Para 1977 era médica
de la zona y en una fría mañana de julio de ese año, desde la policía de La
Merced la buscan para decirle que “han tirado unos viejos” y que necesitan que
los vea. Allí comenzó una serie de incursiones por la ruta y por sembrados y
así pudieron detectar a personas moribundas por el frío, con aspecto de
personas en situación de calle, que no sabían dónde estaban ni que hacían allí.
Manifiesta haber atendido a 13 o 14 personas de las cuales se hizo cargo
directamente el gobierno de Catamarca y que uno de los mendigos fue encontrado
muerto debajo de un árbol de la zona.
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FOTOGRAFÍA DE ANGÉLICA ZELAYA |
El caso tuvo
resonante eco cuando fue denunciado por el reportero Roberto Vera del diario La
Unión de Catamarca con el título de “Catamarca se ha convertido en refugio de
desposeídos”. Fue un escándalo político entre el entonces gobernador de
Catamarca Jorge Carlucci y el de Tucumán Antonio Domingo Bussi. En el 2004 el
escritor tucumano Tomás Eloy Martínez escribió un texto sobre los mendigos de
Bussi que le valió una demanda del genocida, que Martínez la ganó.
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