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Los Fuegos del Operativo Independencia

Por Tina Gardella para El Diario del Juicio
Ph Carlos Rizo
El Juicio del Operativo Independencia fue y es mucho más que una sentencia. No porque la sentencia no haya cubierto las expectativas sobre la justicia en su función reparadora. Ni tan siquiera para consolar –si cabe un término de tan poca sustancia- a las víctimas que tendrán que cruzarse y mirarse y medirse con quien los secuestró y torturó.

Es que en el proceso de construcción de memoria, historia y justicia de nuestras comunidades, el Juicio del Operativo Independencia interpela a lo político para preguntar un “cómo seguimos ahora” desde un lugar en que ya se conoció lo que hicieron y como lo hicieron. Tuvieron que salir de sus madrigueras. No hay vuelta atrás.
Como es mucho más que una sentencia, pensamos que, con el permiso de Galeano, el Juicio por el Operativo Independencia fue un “mar de fueguitos”. De fuegos grandes, chicos, coloridos, serenos, locos, también los bobos y más aún: hubo fuegos perversos…y ahora  la sentencia, nos dio fuegos opacos y deslucidos.
Pero desde el Diario del Juicio siempre nos interesaron los fuegos ardientes, los que se encienden y alumbran, los que se encienden e iluminan, los que se encienden y entusiasman.
Junto a la Agrupación H.I.J.O.S. Tucumán, el Colectivo de Comunicación Popular La Palta y periodistas comprometidos con los DD.HH., los estudiantes de Comunicación, Historia y Letras de la FFyL-UNT construimos el Diario del Juicio del Operativo Independencia.
Esa articulación, que comenzara con la Megacausa Jefatura II-Arsenales II y que siguió ininterrumpidamente con los Juicios sucesivos, estuvo entramada en el Operativo Independencia por los fuegos de Justicia, Verdad y Memoria. Como fuegos que se pueden mover en su orden, hubo que poner esta vez en primer lugar al fuego de la Justicia. Porque después de años de un Estado que escuchó y que permitió diversas formas de inscripción simbólica, nos encontramos ahora con la indiferencia, el cinismo y el avasallamiento de los recorridos colectivos, históricos y políticos del conjunto de la sociedad argentina  para tramitar ese dolor. Para este  fuego de la Justicia, la sentencia no la representa.
Durante el desarrollo del Juicio hubo principalmente fuegos reparadores; de quienes testimoniaron como testigos o testigos-víctimas y de todos y cada uno de los asistentes en el duro aprendizaje de desarrollar la capacidad social de la escucha. Los fueguitos reparadores nos iluminaron para saber y constatar en este Juicio, que para que el testimonio tenga sentido, siempre debe estar dirigido a quien pueda escucharlo. Los testimoniantes y sus testimonios y  los integrantes del Equipo de Acompañamiento dieron cabal muestra de construir un fuego reparador.
Hubo también fuegos identitarios; de los lugares y comunidades tucumanas casi nunca nombradas, de familias, apellidos y nombres, de trabajos y oficios, de profesiones, de formas de relacionarse, de hábitos culturales, de formas organizacionales sociales y políticas de una época…Pero sobre todo, los fueguitos identitarios nos advirtieron, por el número de video conferencias mediando los testimonios, de la gran cantidad de pobladores expulsados desde Tucumán hacia algún otro país,  y  sobre todo, del verdadero éxodo de tucumanos, aterrorizados, hacia  otras provincias del país. De este fueguito identitario nos nutrieron todas las tonadas, todos los decires, las rutinas y hábitos, las matrices culturales, las raíces ancestrales de nuestras comunidades del interior. Y el respeto a esas identidades que tuvieron siempre Fiscales y Querellantes.
Los fuegos vergonzantes también estuvieron presentes. No sólo por la constatación que tienen los testimoniantes de pertenecer a la misma familia humana a la que pertenecen los autores de delitos de lesa humanidad. Es que el ejercicio de la crueldad en todos sus aspectos y manifestaciones materiales y psicológicas puso una vez más en cuestión, la propia condición de humanidad de los imputados. Ni qué decir cuando se trataron los delitos sexuales; situaciones traumáticas para las que ni siquiera el lenguaje es garante de ese decir sufriente.
Los fuegos del conocimiento popular también nos enseñaron en este Juicio, que la Verdad histórica no se produce sólo en la universidad, que la Comunicación se constituye en tanto experiencias de los vínculos sociales que va construyendo, que sin Justicia es imposible cualquier restitución de lazos sociales y que la sabiduría oral es el reaseguro de los olvidados y los silenciados de este suelo. En pocas palabras: a ser más críticos y a sospechar de nuestros saberes.
Finalmente hemos tenido durante el desarrollo del Operativo Independencia, un fuego ardiente como ningún otro. De esos fueguitos que cuanto menos están materialmente, más alumbran e incendian entusiasmos. Con Natalia y desde Natalia, cada uno de los integrantes del Diario se constituyó  en sí mismo en voluntad de transformación. 
De esta articulación entre la condición singular de sus integrantes y el hecho colectivo de lo político, emergió un Diario del Juicio Operativo Independencia que en todas y cada una de sus notas se propuso, como se lo proponen quienes testimonian, que la muerte no sea la que diga la última palabra.
Ph Carlos Rizo

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