- por Javier Sadir para el Diario del Juicio
La semana pasada se llevó a cabo el reconocimiento de tres Centros Clandestinos de Detención (CCD) y el Pozo de Vargas.
El jueves 19 de septiembre, se realizó la
inspección ocular en el sur de la provincia. Se reconocieron tres CCD. Se trató
de la Comisaría de Monteros, el ex Ingenio Nueva Baviera y la Escuela Diego de
Rojas, conocida como la ‘Escuelita de Famaillá’.
Las víctimas reconocieron el lugar. El
relato de Fidel Emilio Correo y Elisa Medina tuvo un lugar y espacio concreto
en la comisaría de Monteros. El sitio permanece tan deplorable como hace 37
años atrás. En condiciones inhumanas, las celdas de la comisaría narran el
horror. Un lugar donde los derechos humanos son pisoteados hasta el día de hoy.
En el ex Ingenio Nueva Baviera el paso del
tiempo se hizo notar. Poco queda en pie del sitio donde Elisa Medina y Carlos
Soldati fueron víctimas de la detención clandestina. Sin embargo, la memoria de
las víctimas sigue intacta.
Carlos Soldati reconoció el lugar de madera
vieja y espacios amplios a donde había sido llevado por el ejército. Explicó
que en cierta oportunidad su venda se levantó y observó una institución vieja y
gente tirada en el piso. También indicó que había un baño y una sala de
castigo. Además contó que desde donde estaba podía escuchar los gritos de los
torturados, voces y movimientos como de tropas. Carlos comentó que durante
muchos años creyó que había sido trasladado a la ‘Escuelita de Famaillá’.
Elisa Medina fue trasladada al ex Ingenio
Nueva Baviera. Ella cuenta que cuando llegó no pudo ver nada porque tenía la
cabeza tapada con una campera. Elisa reconoció un mesón con azulejos blancos cuando
los gendarmes la pararon para darle la comida. Comenta que aparentaba ser un
espacio amplio. Estuvo tres días detenida.
La inspección ocular en la Escuela Diego de
Rojas se realizó con la presencia de los testigos víctimas: Luis Alberto
Gallardo, Juan Fote, Fidel Romero y Teresa del Carmen. La supervisora de la
escuela aclaró que el establecimiento está exactamente igual al momento de los
hechos.
Luis Alberto Gallardo reconoció la escuela
como el lugar donde estuvo detenido. Luis cuenta que lo llevaron junto con su
hijo de 14 años. Lo trasladaron en un vehículo, los bajaron con los ojos
vendados y lo hicieron caminar por un pasillo largo. En una oportunidad, se le
corrió la venda y pudo observar la galería. El señor Gallardo agrega que esa
vez también vio el cuerpo de una chica que había sido abierta desde la vagina
hasta el cuello. El testigo víctima cuenta que a los detenidos que tenían que
hacer sus necesidades los sacaban por el patio y que para darles de comer les
desataban una mano con la que buscaban su comida ‘semicocida’. Estuvo en la ‘Escuelita de Famaillá’ tres o
cuatro días.
Juan Fote recuerda que lo llevaron en un
auto hasta el frente de la escuela y lo hicieron ingresar a pie en línea recta
hasta un aula. Juan relata que por la noche logró levantarse la venda y
observar la amplitud del aula. Además comentó que lo sacaban al baño, que
estaba cerca del aula donde lo tenían detenido.
Fidel Romero estuvo detenido 47 días. Este
testigo víctima se presentó a la inspección ocular y prestó sus declaraciones
bajo juramento. Fidel dijo que las salas de torturas eran las dos últimas salas
y que toda la estructura nueva de la escuela antes era patio.
Teresa del Carmen reconoció la sala de
tortura en el fondo de la escuela. Ella recuerda que la arrastraban por el
pasillo para torturarla y llevarla al baño, que estaba cerca. En alguna
oportunidad pudo ver muchos cuerpos en el pasillo. Teresa estaba embarazada
cuando la detuvieron.
El
Pozo habló por todos lo que callaron
La inspección ocular del viernes 20 de septiembre se realizó en el Pozo de Vargas. En este lugar se intentó tapar el genocidio y sembrar la incertidumbre. En este lugar se arrojaron los restos de personas hasta hace poco ‘desaparecidas’.
La inspección ocular del viernes 20 de septiembre se realizó en el Pozo de Vargas. En este lugar se intentó tapar el genocidio y sembrar la incertidumbre. En este lugar se arrojaron los restos de personas hasta hace poco ‘desaparecidas’.
La inspección pudo realizarse a partir del
impecable trabajo de los peritos del Centro Arqueología Memoria e Identidad de
Tucumán (CAMIT). Estos profesionales presentaron un análisis de los restos
óseos recuperados en el Pozo de Vargas. Su metodología de trabajo se inició con
la limpieza y acondicionamiento del material recuperado. Luego se pasó a la
identificación de la especie, puesto que se encontraron restos óseos de
animales y personas. Los peritos dieron a conocer el análisis morfológico y
métrico con el que realizaron la estimación y/o determinación de
características de los cuerpos, así como su reconstrucción osteobiográfica. Dicho
de otro modo, hicieron hablar al Pozo y dieron nombre a los restos con su
reconstrucción.
Estos especialistas analizaron los textiles
recuperados en el Pozo de Vargas. Con textiles se hace referencia a los retazos
de telas y ropa encontrados. Así, se hizo una identificación y descripción
morfológico/formal de las piezas textiles. También se realizó un registro e
inventario de los materiales en distintos soportes (papel, digital, etc). El
abordaje del material textil presenta dos puntos claves: puede servir como
“medio” para la identificación de su portador o de los familiares del portador
y contribuye a la identificación de lesiones o traumas. De esta manera pueden
llegar a reconstruir aspectos relacionados al secuestro, cautiverio o cualquier
otro dato sobre la historia transcurrida por las personas arrojadas al Pozo.
En el Pozo también se encontraron desde
proyectiles y bolsas de cal, hasta bolsas de agroquímicos que formaban paquetes
con los cuerpos. El rango temporal del material hallado oscila entre enero de
1976 y febrero de 1977. El material fechable fue múltiple y se destacan las
chapitas de la época.
Cabe aclara que el Pozo de Vargas tiene
tres metros de ancho y alrededor de 40 metros de profundidad, lo que equivale a
un edificio de diez pisos. Hasta el momento se excavaron 30 metros y aún queda
trabajo por hacer. De este modo, puede haber piezas enterradas ya que el
material está mezclado. El trabajo de los peritos en el Pozo logró la identificación (que se materializó a través de los expertos del Equipo Argentino de Antropología Forense EAAF) a
cuatro mujeres y ocho hombres. Doce personas que permanecían ‘desaparecidas’
por el terror, la incertidumbre y el genocidio.
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